Pascua 2016

Carta Circular del Superior General

 

Reconocer al Resucitado

A todos los Hermanos y Colaboradores, miembros de la Familia Hospitalaria de San Juan de Dios

La Pascua es el acontecimiento más importante de todo el año en la que celebramos la Resurrección de Jesucristo, su triunfo sobre el pecado, el sufrimiento y la muerte, que abre la puertas de la vida y la esperanza para toda la humanidad. Por eso es la gran fiesta de la luz que todo lo ilumina, del agua que sacia toda sed, de la alegría que no termina, es la fiesta del ¡aleluya!. Con este motivo deseo felicitar la Pascua de Resurrección a toda la Familia Hospitalaria de San Juan de Dios.

Siguiendo uno de los textos pascuales por excelencia (Lc 24,13-35), deseo invitaros de modo especial durante esta Pascua a experimentar la presencia del Resucitado y a saber reconocerlo junto a nosotros. Al reconocerle, aunque les costó, cambio rotundamente sus vidas. ¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?.... y se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los once con sus compañeros y les contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partír el pan.

Este año quisiera invitar a toda nuestra Familia a Reconocer al Resucitado. A sentir su presencia cercana y a vivir la misma experiencia de plenitud, como la vivieron los de Emaús. La resurrección del Señor no es esencialmente una experiencia emotiva y por tanto pasajera, sino una experiencia real y profunda que señala y marca la vida de los seres humanos y del mundo. El Resucitado camina entre nosotros y con nosotros, atrevámonos a reconocerlo y a seguirlo en nuestra vida, para vivir resucitados, como Él.

Hay muchas huellas de su presencia, como vemos en el caso de los de Emaús, por eso hemos de estar atentos para reconocerle. Este año celebramos el Jubileo de la Misericordia. Los gestos de misericordia y de hospitalidad son las huellas más exactas de la presencia del Resucitado. Las señales de amor, de misericordia y hospitalidad encarnan al Resucitado y nos hacen sentirlo cercano. Cada gesto de misericordia y de hospitalidad hace renacer la esperanza para el ser humano y para el mundo, nos enseña que hay motivos para seguir creyendo y esperando en la vida, en el bien, en la fraternidad, en el ser humano y en Dios, que es capaz de hacerlo todo nuevo,  de resucitar y dar vida, incluso a lo que aparentemente parece haber perecido.

Esta es la misión de nuestra Familia de San Juan de Dios: reconocer en los hermanos necesitados y que sufren al Resucitado y practicar con ellos la misericordia y la hospitalidad. Hace apenas unos días, con motivo de la Conferencia Regional de América Latina, tuvimos el gusto de visitar, aunque muy rápidamente, el Albergue San Juan Grande que la Orden tiene en Guadalajara (México). Lo conocía por haberlo visto otras veces, pero esta vez quedé impresionado por la hospitalidad que allí,  Colaboradores, Voluntarios y Hermanos, realizan. Aquella hospitalidad sin duda refleja la presencia del Resucitado, derrochando amor y misericordia hacia aquellas personas pobres y necesitadas, con rostros y problemáticas concretas, que de forma amable agradecían la acogida y la atención que se les da. Son tantos los ejemplos que podríamos contar. Seamos audaces para descubrir y vivir este año la Pascua, con la alegría de quien reconoce que el Señor sigue vivo en medio de nosotros por los reflejos de su misericordia y hospitalidad que cada día nos deja.

De parte del Gobierno General y de todos los Hermanos y Colaboradores de la Curia General, ¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!. 

 

Hno. Jesús Etayo

Superior General 

 

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