Se presentó al mundo hace doce años con su sencillo y emotivo: «¡Hermanos y
hermanas, buenas noches!» tendiendo inmediatamente un puente de familiaridad y
humanidad, rompiendo con la formalidad tradicional y acercándose al corazón de
las personas. El domingo pasado, con su habitual y desarmante espontaneidad,
saludó a los peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro con un «Queridos
hermanos y hermanas, ¡Feliz Pascua!». Luego, como un padre amoroso en su último
discurso, exhortó a los fieles a confiar en Cristo resucitado para volver a
esperar y confiar en los demás, a esperar la paz, dirigiendo su mirada a todos
los países devastados por la guerra, y finalmente se despidió del mundo
impartiendo su última bendición Urbi et Orbi. Cada uno de nosotros conserva un
recuerdo imborrable del Papa Francisco, el pontífice que siempre mostró una
especial preocupación por los pobres, los enfermos, los presos, los emigrantes
y los refugiados.
La visión del Papa Francisco de la Iglesia como un «hospital de campaña»
refleja su convicción de que la Iglesia debe estar siempre dispuesta a curar
las heridas de la humanidad, ofreciendo consuelo y asistencia a los
necesitados. . Esta imagen se ha convertido en un símbolo de su pontificado,
que resume su compromiso de servir a los más débiles y a los que sufren.
Durante la audiencia del 1 de febrero de 2019, con motivo del LXIX Capítulo
General de nuestra Orden, se dirigió a los presentes de la siguiente manera:
'Dialogad, debatid y planificad juntos, partiendo de vuestras raíces, el
presente y el futuro de vuestra vida y misión, escuchando siempre la voz de
tantos enfermos y necesitados, como hizo San Juan de Dios: un hombre apasionado
por Dios y compasivo con los enfermos y los pobres. [...] Pasión y compasión
son energías del Espíritu que darán sentido a tu misión hospitalaria, que
animarán tu espiritualidad y darán calidad a tu vida fraterna en comunidad. En
una persona consagrada, y en todo bautizado, no puede haber auténtica compasión
por los demás si no hay pasión de amor por Jesús. La pasión por Cristo nos
impulsa a la profecía de la compasión. Que la causa de lo humano resuene en
vosotros como la causa de Dios. Y así, sintiéndoos familia, podréis poneros
siempre al servicio del mundo herido y enfermo.
Gracias Papa Francisco