
El 8 de diciembre
de 1965, Pablo VI concluyó el Concilio Ecuménico Vaticano II, que había sido
abierto con gran valentía el 11 de octubre de 1962 por Juan XXIII. Fue un
acontecimiento que transformó el rostro de la Iglesia y abrió el camino a una
profunda renovación en la vida de todo el “Pueblo de Dios”: clero, religiosos y
laicos.
Nuestros
religiosos estuvieron presentes durante las sesiones, ofreciendo asistencia
sanitaria y garantizando una atención rápida a los Padres conciliares y a los
miembros invitados, signo concreto de nuestra misión de hospitalidad—y además,
participaron con el amplio pabellón número 46 en la “Mostra della Chiesa”,
celebrada en Roma del 18 de octubre al 9 de diciembre de 1962, presentando la
historia de la Orden y su actividad asistencial en el mundo.
El Concilio
señaló un camino seguro a través de sus documentos fundamentales: la
Constitución Dogmática Lumen Gentium sobre la llamada universal a la
santidad; el Decreto Perfectae Caritatis sobre la renovación de la Vida
Religiosa; y la Constitución Pastoral Gaudium et Spes: una invitación de
la Iglesia a dialogar con el mundo contemporáneo. Estos textos orientaron la
revisión del estilo de vida y el redescubrimiento de las profundas raíces
espirituales de la Iglesia.
Sesenta años
después de su clausura, la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios mira esa
herencia con gratitud y responsabilidad, consciente de que el camino de
renovación sigue en marcha y de que la Iglesia camina de manera sinodal,
involucrando a todos en este proceso de anuncio evangélico, no exento de
dificultades.
Este aniversario
nos invita no solo a recordar el pasado, sino también a renovar nuestro
compromiso de vivir el Evangelio con creatividad y dedicación, respondiendo a
los desafíos del mundo actual. En este tiempo de renovación, el carisma de San
Juan de Dios ha mantenido siempre la fidelidad dinámica a la misión originaria:
servir a los pobres, a los enfermos y a los marginados con amor evangélico,
invitándonos a vivir la Hospitalidad como signo concreto de la misericordia de
Dios.