Solemnidad de Nuestra Señora del Patrocinio

Carta Circular del Superior General

 

Mis queridos Hermanos, Colaboradores y miembros de la Familia Hospitalaria de San Juan de Dios

Nos acercamos al tercer sábado de noviembre, solemnidad del Patrocinio de Santa María Vírgen sobre nuestra Orden, Reina de la Hospitalidad y Patrona de la Familia de San Juan de Dios. Este año será el día 21 y con tal motivo os envío a todos mi cordial felicitación y mis mejores deseos para que la preparéis y la celebréis con devoción y alegría.  La fotografía corresponde a un cuadro que está nuestra Casa de Manila realizado por Rafael del Casal en 1989.  

Este año todo viene mediatizado por la pandemia del coronavirus que está afectando con fuerza a todo el mundo y por tanto a nuestra Orden, con diferentes grados de intensidad y según los periodos del año. Casi 50 millones de personas se han contagiado hasta la fecha y entorno a 1,3 millones han fallecido desgraciadamente. En la actualidad y cuando parece que en algunos lugares comienzan a descender un poco los contagios y fallecimientos, como es el caso de algunos países de América Latina y Asia, en otros países hemos entrado de lleno en lo que llaman la segunda ola de contagios, los cuales han aumentado y están volviendo a crear dificultades a nivel sanitario, económico y social. Es el caso de toda Europa especialmente. En cuanto al continente africano las cosas siguen más atenuadas hasta el momento, pero con mucha vigilancia ya que algunos contagios y fallecimientos también se están dando.

En cuanto a la Orden la afectación de la pandemia está en relación a la situación que se vive en cada continente y país. En total y desde el inicio de la misma 82 hermanos (incluidos 6 aspirantes) se han contagiado y 7 han fallecido a causa del covid-19. Actualmente son 9 hermanos contagiados, todos ellos están bien por el momento. Los Colaboradores infectados han disminuido pero con la llegada de la segunda ola, vuelven a crecer los contagios y los aislamientos, lo cual está provocando problemas serios de personal en muchos de nuestros Centros. Sin embargo el número de fallecidos no ha aumentado y se mantiene en tres, que se produjeron en los primeros meses de la pandemia.

En muchos de nuestros Centros se acogen y atienden a pacientes con coronavirus, los cuales de nuevo están aumentando sobre todo en Europa,  aunque en todas las obras y servicios de la Orden en todo el mundo están muy pendientes para controlar los posible contagios, aislarlos y tratarlos adecuadamente.

Las dificultades sanitarias, económicas y sociales continúan creciendo cada vez más, así como aquellas que afectan a la salud mental, la ética y la vida espiritual y religiosa de las personas y de la sociedad en general. En espera de la llegada de una vacuna eficaz y segura, no se ve claro el final de la pandemia y el hecho de llegar nuevas olas de contagios está ahondando todas estas problemáticas y otras nuevas.

Una problemática que me parece muy importante es la soledad en la que muchas personas viven estos momentos, especialmente los enfermos que en los hospitales pasan su proceso de enfermedad e incluso fallecen sin la compañia de sus familiares y amigos. También las personas solas en la vida, sin hogar, ancianos/as que viven en soledad, con el miedo y la incerteza de ser olvidados. Todos ellos necesitan una mano samaritana y llena de hospitalidad, que les haga sentir el calor de la humanidad y el amor que sale del corazón. Hermanos y Colaboradores, ¡no olvidemos a las personas en soledad que viven en nuestros Centros!. Como San Juan de Dios, veamos en ellos la presencia del mismo Dios, que a todos nos ama y jamás nos abandona. No olvidemos tampoco a los Hermanos enfermos y ancianos que sufren especialmente en este tiempo la soledad, la ansiedad y la incertidumbre. A todos y en especial a los Hermanos os pido que estéis con ellos y les ayudéis a pasar esta difícil situación. ¡No olvidemos la hospitalidad con los que sufren en soledad!.

En estas circunstancias somos llamados a vivir este año la solemnidad de Nuestra Madre y Patrona. Ella, la siempre entera, fue la Madre que acompañó, amó y sostuvo permanentemente a San Juan de Dios a lo largo de su vida y también en los momentos de enfermedad y en su agonía. Ella ha sido y sigue siendo quien acompaña y patrocina la misión de hospitalidad de la Orden, es quien desde el silencio nos enseña a descubrir la presencia de su Hijo en nosotros y en nuestros hermanos más necesitados. ¡Cuántas bellas experiencias de Nuestra Madre del Patrocinio han vivivo los Hermanos a lo largo de nuestra historia y en la actualidad!.

En este tiempo de pandemia Nuestra Madre, la Vírgen del Patrocinio, nos impulsa a vivir dos advocaciones suyas muy universales en la Iglesia y muy necesarias actualmente. Por una parte la esperanza. ¡Madre de la Esperanza!. Delante del miedo, la incertidumbre, la soledad y tantas otras dificultades, Ella nos llama a la Esperanza, a levantar los ojos a Dios, a ser audaces, a tener fe y a confiar plenamente en su Hijo, el único capaz de convertir el agua en vino, es decir, de convertir en vida todos y cada uno de los signos de muerte que se nos presentan. 

Por otra parte con frecuencia invocamos a María como “Salud de los enfermos”. Las personas enfermas y necesitadas están siempre en el corazón de su Madre, que es también la nuestra y por ello no podemos ser indiferentes. No solo intercede por ellos delante del Señor, sino que nos pide que hagamos lo que el Señor quiere: que estemos cercanos a los enfermos, ancianos, sin hogar, migrantes y cualquier persona necesitada. Nos pide que seamos prójimos de todos ellos, como el buen samaritano, como San Juan de Dios. Nos pide que seamos creativos y capaces de innovar en la hospitalidad, para cuidar y curar a nuestros hermanos que sufren. Nos enseña a hacerlo como Ella lo hizo, visitando y ayudando a su prima Isabel antes del parto, acompañando a su Hijo toda la vida y en todas las circunstancias, muy especialmente en el momento de la pasión del Señor y a los pies de la cruz.

Se que durante esta pandemia la Familia Hospitalaria de San Juan de Dios está respondiendo con gran dedicación y compromiso. A todos mi más sincero agradecimiento y admiración. Nuestro recuerdo y homenaje, así como nuestra oración por todos los Hermanos, Colaboradores y Voluntarios y todos sus familiares de la Orden que han sufrido las secuelas del virus y por quienes han partido al cielo, en la plena confianza de que han sido acogidos por el Padre en su Reino. 

Deseo recordar a nuestra Familia de San Juan de Dios de lugares como Cuba, Venezuela y Camerún, y podríamos citar muchos otros, por las dificultades añadidas que viven y por el entusiasmo y el compromiso con el que están afrontando estos momentos. Decía un Hermano de Camerún recientemente, sobre todo en referencia al centro de Batibó, que están viviendo “por debajo del nivel de la miseria”. ¡Seguro que allí está Nuestra Madre y nos sigue diciendo, haced lo que Él os diga, es decir, practicad con ellos la hospitalidad”.  

Como ya sabéis y debido a la pandemia seguimos con las visitas canónicas previstas por el gobierno general aplazadas, así como otras actividades presenciales que estaban programadas hasta que las cosas mejoren y se puedan reanudar los viajes. No obstante y con los medios virtuales se están llevando adelante el mayor número posible de actividades y encuentros, con la idea de que el virus no ha de paralizarnos, si nuestra fe y esperanza en el Señor son firmes y si estamos convencidos y comprometidos con nuestros hermanos enfermos y necesitados, aunque tengamos que hacer las cosas con las precauciones necesarias que se nos indican. En este sentido, durante el pasado mes de octubre tuvimos encuentros virtuales del Definitorio General con todos los Superiores Provinciales de la Orden por regiones. Fue una iniciativa apreciada por todos y esperamos implementarla si la situación que vivimos continua por más tiempo de lo previsto. 

Al terminar esta comunicación pido a todos los miembros de nuestra Familia: Hermanos, Colaboradores y Voluntarios, ¡que con el impulso y la ayuda de Nuestra Madre, nadie se quede atrás en la práctica de la hospitalidad!. Que nadie cierre su corazón a los enfermos y necesitados. Que nadie se encierre olvidando a los que sufren y a los que están solos (también en nuestras comunidades y en nuestras familias), en fidelidad a nuestra vocación, a Jesucristo y a nuestro Fundador, San Juan de Dios.                     

Deseo para todos, en mi nombre y en el de toda la Familia Hospitalaria de la Curia General, una feliz celebración de la solemnidad de Nuestra Señora del Patrocinio. Le pido, especialmente en estos tiempos de la pandemia del coronavirus, que bendiga a nuestra Orden, a los enfermos y a todos los que formamos la Familia Hospitalaria de San Juan de Dios. Recemos los unos por los otros.

Un abrazo fraterno 

 

Hno. Jesús Etayo

Superior General

 
 

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